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Causas y soluciones al fracaso escolar.

La escuela suele ser la vidriera donde se manifiestan los malestares infantiles. A veces el detonante es la llegada del boletín o la reunión de padres, otras veces el docente cita a los papás del chico que tiene dificultades.

No siempre en el hogar es fácil darse cuenta que algo no anda bien. Hay padres más exigentes, otros más tolerantes y en el medio una gran cantidad de posibilidades en relación al desarrollo escolar de un chico.

Los especialistas coinciden en la importancia de distinguir el fracaso escolar del bajo rendimiento o dificultades en el aprendizaje.

Un fracaso escolar implica al niño, a los docentes y a la institución. Existen múltiples razones por las que puede originarse. Cuando se produce el fracaso escolar habría que analizar todos los factores: escuela no adecuada. Cuestiones emocionales, nutrientes insuficientes, problemas ligados a la visión o a la audición no diagnosticados, entre otros.

Hay que distinguir además que no todos los niños desatentos o que se portan mal tienen problemas neurológicos, sino que existen otras causas que podrían estar originando este problemática.

En primera instancia se debe diferenciar un fracaso escolar verdadero del abandono pedagógico. La falta de documentación respecto a la inasistencia frecuente, la falta de recursos, etc. Por otra parte, también suele confundirse el fracaso escolar con el bajo rendimiento. El buen rendimiento suele referir el resultado final de las calificaciones, aunque se trata de una evaluación relativa.

El fracaso escolar es aquella situación en la que el sujeto no alcanza las metas esperables para su nivel de inteligencia, de manera tal que ésta se ve alterada repercutiendo en su rendimiento integran y en su adaptación a la sociedad.

Existen así, dos tipos de fracaso escolar bien identificados.

Por un lado tenemos el fracaso del niño o del adolescente de modo tal que su capacidad intelectual no le permite seguir el ritmo normal de la clase. Casos en los que sí es posible que existan trastornos de tipo neurológicos que requieren diagnóstico y tratamiento médico preciso.

Pero por otro lado, puede darse también el caso del sujeto que fracasa siendo su inteligencia, atención, memoria e interés normales o incluso superiores. Las causas que pueden provocar esta segunda situación son múltiples y variadas. Entre ellas podemos mencionar  las relativas a:

_ diferencias y cambios físicos y psicológicos en la etapa normal de crecimiento, la edad parece ser crítica alrededor de los 13 años. Es a esta edad cuando los niños mejor dotados obtienen los resultados más bajos.

_sexuales: comparadas con los niños mejor dotados, las mujeres parecen mostrar un mejor rendimiento.

_estado general de salud: un buen estado de salud físico es determinante para el desarrollo intelectual de los niños, y la base de la misma esta en brindarles un alimentación sana, rica en vitaminas. En el caso de que la ingesta de frutas y verduras no sea suficiente se debe complementar con suplementos nutricionales  y vitamínicos adecuados que hoy tenemos la posibilidad de conseguir en el mercado. No nos debemos olvidar que la malnutrición impide el correcto crecimiento de los niños y uno de sus síntomas más comunes es la dificultad en el aprendizaje.

_estabilidad e inestabilidad emocional: es fundamental que en el hogar se haga un esfuerzo por preservar un clima de armonía y calidez. Los niños que viven en medio de fuertes crisis familiares, como puede ser el divorcio de los padres o el fallecimiento de algún integrante del grupo familiar pueden llegar a padecer depresión, bloqueo mental, perdida en la capacidad de concentración, disminución en la velocidad de respuesta psíquica, desinterés, falta de voluntad. Las causas afectivas y emocionales son determinantes en este sentido.

Dentro de las causas ajenas al individuo, se incluye el método, la desproporción de los deberes impuestos fuera del horario escolar, la sobrecarga de trabajo, en los casos de familias pobres donde los niños deben trabajar para contribuir a su sostenimiento.

Otras causas como la fatiga o el stress de las grandes ciudades, también podrían ser consideradas.

Lo importante en todo caso es llegar a un diagnóstico  ante los primeros síntomas.

Para poder llegar a un diagnóstico preciso es necesario profundizar cada caso en particular y averiguar que le sucede a cada uno de los niños que no pueden seguir el ritmo académico exigido.

Generalmente, el primer llamado de atención viene de la escuela. Cuando un niño tiene dificultades, el colegio pide consulta a los padres porque nota que su hijo no aprende al ritmo de los demás.

En el diagnóstico intervienen psicólogos especialistas en problemáticas de aprendizaje o psicopedagogos, que evalúan para descartar cuestiones orgánicas, haciendo interconsultas de ser necesario para eliminar razones neurológicas, problemas genéticos o de salud en general.

El diagnóstico valora también cuestiones emocionales, cognitivas y adecuaciones curriculares. Luego se arma una estrategia de abordaje que incluye al niño, a la escuela y los padres.

Se deberá abogar por una metodología educativa útil a los fines de proporcionar experiencias y promover el desarrollo de la autoconfianza, la adaptación social, la autoexpresión y la capacidad para hacer frente a la realidad. En definitiva, contribuir al desarrollo de la personalidad.

Recomendaciones para padres:

Existen unos puntos importantes que reseñar, y que son la clave para evitar el fracaso escolar. Para ello los padres deberán:

  • Observar la forma de cómo estudia su hijo, de tal manera que se pueda poner solución a cualquier problema a tiempo, e incluso ofrecerle ayuda o apoyo en determinado momento.
  • Elaborar entre los dos un horario (organizar el tiempo). Al principio será difícil de cumplir, pero poco a poco se hará parte de una costumbre y las horas o tiempo de estudio se harán menos pesadas cada vez.
  • Es conveniente valorar los buenos resultados y el esfuerzo, pero también el hijo necesita ánimo cuando los resultados no son lo esperado. Se trata de valorar el proceso y no solo el producto.
  • Fomente en él el placer de la lectura desde pequeño, contando cuentos, haciendo que los cuente él, animándole cuando lea algo. Enséñele palabras nuevas y haga como un juego, que enriquezca su vocabulario, háblele mucho y con propiedad.
  • Este atento a sus logros cotidianos, por mínimos que sean, esto le ayudará a ir superándose y a sentirse seguro.
  • Enriquezca su ocio. Que no vea sólo la televisión cuando es pequeño. Enséñele programas adecuados, llévelo a museos,  y que tenga contacto con la naturaleza…

En fin, fomente en  su hijo valores positivos que lo ayuden a ser feliz.

Katerin

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